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domingo, 30 de noviembre de 2008

1994: UNA NUEVA CRISIS

El cine, como medio de expresión artística, refleja el estado de la sociedad que lo produce. Un cine mexicano en ascenso significaba un buen síntoma del estado general de nuestro país. El grueso del texto anterior fue redactado en 1994, meses antes del descalabro económico más reciente en la azaroza historia moderna de México.

El desconcierto y la desilusión han sido estados de ánimo recurrentes en la población mexicana durante los últimos tres años. De la euforia salinista se pasó, en cuestión de días, al reencuentro con tormentosos fantasmas aparentemente exorcizados: pobreza, desempleo, inflación, retroceso, marginación e inseguridad.

El impacto de estos fenómenos sociales en la cinematografía mexicana aún no se percibe en toda su magnitud. De 1993 a 1996, el cine nacional no sólo recuperó la confianza de su público, sino también la de los productores, distribuidores y exhibidores, quienes se atrevieron a apostar a favor de una industria frágil y relativamente poco rentable. El éxito internacional de cineastas como Arturo Ripstein, Alfonso Arau, Alfonso Cuarón y María Novaro alentó la esperanza de que, por primera vez en la historia, nuestra cinematografía pudiera sobrevivir dignamente a pesar de los embates de la crisis económica.

Este optimismo no es compartido por todos los que participan, directa o indirectamente, en la creación cinematográfica en México. Para María Novaro, directora de Danzón (1991) y El jardín del edén (1994), la situación futura de la producción nacional de cine se vislumbra difícil:

"En 1995 solamente se produjeron dos largometrajes con apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), contra 16 en 1991. Los criterios de selección han cambiado y el apoyo financiero es menor al de hace algunos años." (Novaro, 1996).

La reducción del financiamiento al cine se ha extendido a las entidades privadas que recientemente habían comenzado a variar sus esquemas de producción para apoyar a filmes de buena calidad. Fundada en 1978 como filial de la poderosa empresa de medios de comunicación denominada Televisa -y con un prestigio poco menos que inexistente- Televicine inició en 1994 una política destinada a producir cine de mayor calidad, con mayores recursos, sin por ello eliminar los proyectos económicamente rentables como la serie titulada La Risa en Vacaciones, iniciada en 1989. De esta política han surgido títulos como Sin remitente (1995) de Carlos Carrera, Salón México (1995) de José Luis García Agraz, Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (1995) de Sabina Berman e Isabelle Tardán, y Sobrenatural (1995) de Daniel Gruener, los cuáles alcanzaron éxito entre el público y la crítica. A pesar de lo anterior, Televicine ha cambiado recientemente de administración y es muy probable que esto afecte a las políticas establecidas anteriormente.

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